Cuento modernista.
Lady Brandon, la joven y querida hija del vanagloriado Duque Brandon, acariciaba su caballo mientras mantenía una conversación poco interesante con sus amigas que le acompañaban.
Decidieron explorar aquellos jardines desconocidos y despampanantes que comenzaban tras la cristalera en la que charlaban plácidamente; que invitaban a admirar sus delicadas plantas y a caminar por sus exuberantes y a la vez estrafalarios senderos.
Encontraron una planta muy especial, no sabían su nombre pero desde el primer momento que la vieron supieron que no era algo que hubieran visto jamás. Hasta tal punto llegaba su rareza que no eran si quiera capaces de describir tal fría y lúgubre belleza diabólica.

Decidieron llamar al señor Brandon para que les ayudara y que fuera con ellas a ver esa misteriosa planta. El Duque, tras recibir muchas súplicas de las jóvenes, aceptó poco convencido de lo que hacía.
Al llegar al lugar donde se encontraba unos minutos antes, las chicas se quedaron perplejas al darse cuenta de que la fantástica planta ya no estaba, había desaparecido en una nada de amapolas blancas.
Hola Pedro:
ResponderEliminarHas hecho una historia muy intrigante. Esta bien redactada.
Un saludo, Lunática.